350 m2 que comprenden una espléndida cocina, un vasto comedor, dos grandes suites, una de ellas muy bonita para 2 personas, y un lujoso piso familiar para 5 personas. Una zona de despacho y mucho espacio para relajarse: el acceso privado a la sala de deportes y juegos y al magnífico parque arbolado es la recompensa definitiva. Al final del camino de entrada y oculta tras un espeso follaje, la villa sólo se revela en el último momento, como la última recompensa ofrecida a los viajeros que han venido de lejos. Restaurada con cariño por los propietarios, la atención al detalle es evidente en la distribución de cada habitación, que también sugiere el placer que tuvieron en decorarla.

















